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Esta vez mucho más medido, solo respondiendo a su abogado, David Sánchez ha declarado por segunda vez ante la jueza. Entraba en el juzgado acusado de dos nuevos delitos: tráfico de influencias y prevaricación por la contratación de un antiguo empleado del Ministerio de Presidencia en la Diputación, Luis Carrero, con quien Sánchez parecía tener una estrecha relación. Ha reconocido que le conoce desde hace 20 años, pero que no le enchufó porque ni siquiera participó en su designación, que fue, asegura, todo legal. Al contrario de la última vez, ahora Sánchez sí ha sabido describir las funciones que desempañaba en la oficina en la que estaba contratado. Un paraguas de actividades para promover proyectos locales y producciones propias, ha dicho. Acusado de haber recibido su puesto ad hoc, se reveló que había buscado un apartamento en Badajoz antes incluso de tener una plaza fija en la Diputación. Ahora se ha defendido de esto argumentando que lo hizo antes para tener margen de tiempo y poder tantear los precios de los pisos por si le contrataban. También ha declarado ante la jueza una de las aspirantes a la plaza que acabó ocupando el hermano de Pedro Sánchez. Ella asegura que no hubo igualdad de condiciones, que a ella le dijeron que ese puesto ya tenía nombre y apellidos.

-Redacción-